¿De qué sirven los celos? ¿Qué nos enseñan?
Las emociones humanas son increíbles. Combinadas con estímulos externos, las emociones pueden indicarnos cuándo estamos en peligro o cuándo se ha satisfecho alguna necesidad o cuándo hay que cambiar algo. Son la forma de experimentar la belleza más allá de las palabras y de saber cuándo hemos conseguido algo grande. Las emociones nos dan información sobre cómo estamos viviendo. Y, en su mayor parte, tienen un valor incalculable.
El miedo nos dice que estamos en peligro. La tristeza nos dice que hemos perdido algo que merecía la pena. La alegría nos da un sentimiento de profunda conexión. La ansiedad nos dice que el camino puede ser peligroso, pero también puede ser exactamente el camino correcto. Y la lista continúa. Pero ¿y los celos? ¿De qué sirven los celos?
Es un estado de comparación y competición. No nos lleva ni a la alegría ni al amor. No nos dice que estamos en peligro. A lo sumo, nos dice que no estamos contentos con la vida que estamos viviendo, pero tampoco estamos dispuestos a salir a buscarla. Pero eso no significa que no podamos salir de la comparación y vivir de forma diferente.
Antes de entrar en cómo superar los celos, vamos a explorar un poco de dónde vienen.
¿De dónde vienen REALMENTE los celos?
Extracto de Just Love: Un viaje al corazón de Dios
Hoy en día, si observas a la gente verás que están completamente perturbados por todo lo que les rodea, tratando solo de satisfacer sus deseos. Observar el mundo material es observar una realidad que consume, una realidad de producción en masa, una realidad que está en constante necesidad de satisfacer las necesidades de la gente.
Debido al apego a los objetos de los sentidos, si uno no consigue lo que su mente desea, entra en una profunda depresión y se vuelve agresivo. Uno vive en el engaño de la mente.
“¿Por qué no tengo esto? ¿Por qué mi vecino lo consiguió y yo no?”. Y esta ira inicial luego se convierte en odio.
Y aparecen también los celos, como una especie de competición: “Esa persona es mejor que yo; tengo que hacerlo mejor. Esa persona tiene más que yo; tengo que conseguir más”. Y en este estado de competitividad, la gente se vuelve celosa del progreso de los demás. Entonces surge el juicio, y cuando comienzan a juzgar, a comparar o a competir, pierden todo el sentimiento de felicidad; pierden toda su inteligencia, su fuerza, su vitalidad; pierden su energía y se agotan. Se vacían. Así que este es el lamentable estado al que uno llama ‘disfrute’… ¡disfrutáis de la felicidad a corto plazo, pero eso conlleva sufrimiento a largo plazo!
Una historia reveladora: El vecino codicioso
Recuerdo una divertida historia que mi madre me contaba de pequeño. Era sobre dos vecinos que siempre estaban peleándose. Un día, uno de ellos pensó: “Voy a rezar a Dios, meditaré en Él, y cuando le vea le pediré una bendición”.
Rezó y meditó. Y Dios se le apareció, y le dijo: “Mi querido amigo, ¿qué quieres?”. Él respondió: “Dios, quiero una bendición tuya. Quiero tener la bendición de que me darás todo lo que te pida”. Dios dijo: “Está bien, pero con una condición: daré a tu vecino el doble de lo que tú me pidas”. El hombre se quedó pensando y, finalmente, aceptó: “Vale, está bien”.
Pidió a Dios una tonelada de oro y su vecino recibió dos. Pidió una casa y su vecino recibió dos. Luego, un coche, y su vecino obtuvo dos. Por supuesto, internamente estaba celoso, pensaba: “Recé mucho, pero mi vecino se está beneficiando más”. ¿Sabéis lo que pidió entonces? Dijo: “Está bien Dios, ahora quiero un agujero muy grande y muy profundo frente a mi casa”. Bueno, Dios tenía que cumplir Su promesa, así que el vecino obtuvo dos agujeros delante de su casa. Y lo siguiente que le pidió a Dios fue: “Dios, quiero que me saques un ojo”. Imaginaros lo que pasó…
Esta historia suena muy divertida, pero así es como son los humanos. No puedes alegrarte por otra persona. Puedes decir: “Sí, estoy feliz por esa persona”, pero si observas en tu interior, hay algo que te devora. Probablemente no piensas continuamente en ello, pero por la noche cuando te vas a la cama, te carcome un poco. Piensas: “¿Cómo es que esa persona es así y yo no soy así?”.
Cómo ser feliz por los demás y por ti mismo
La comparación es el ladrón de nuestra felicidad. Y sin embargo, como en la historia anterior, pasamos gran parte de nuestro tiempo comparándonos con los demás. Aunque puede ser un estado normal de la mente, no es un estado mental necesario.
La felicidad se construye en casa. Es algo que podemos elegir cada día. La clave para crear vuestra propia felicidad y no compararos tanto con los demás empieza por cambiar el estado de vuestra mente y cambiar de perspectiva. Requiere que desviéis vuestra atención de todo lo que os hace sentir celosos y la dirijáis hacia otra cosa. De hecho, superar los celos o ser menos celoso es un gran objetivo para el autoanálisis.
El japa, una práctica de gratitud y aprecio por la vida que se os ha dado, y la reorientación de los pensamientos no deseados son también herramientas poderosas para alejarse de la comparación y entrar en esa positividad que anheláis.
Las historias y enseñanzas compartidas en esta publicación y muchas más están disponibles ahora en el nuevo libro de Paramahamsa Vishwananda, Just Love: Un viaje al corazón de Dios.