Lo bonito de reflexionar sobre las cosas cotidianas es ver cómo se pueden crear pequeños hábitos. No se trata de transformar mi vida en un día, sino de sentir poco a poco cuándo estoy en lucha y estar cada vez más presente conmigo misma. Se trata de sentir cuándo me estoy endureciendo o forzando, y decirme: “Oye, ayer hiciste esto y no funcionó. ¿Hay otra manera de abordarlo, tal vez con más amor?”.
Escrito por Karunavidravad Dasi
Tengo un vívido recuerdo de Guruji contando la historia de Eknath, mientras íbamos en autobús durante una peregrinación en Maharashtra. Guruji contó cómo, San Eknath, cuando trabajaba como contable, le llevó toda una noche encontrar un error en su libro de cuentas. Cuando encontró el error, se llenó de alegría. Su gurú, Swami Janardan, le dijo que tendría mucha más alegría si pudiera centrarse del mismo modo para encontrar los errores en su vida.
Me hizo reflexionar sobre cómo las dificultades pueden ser una oportunidad para descubrirse. Las lecciones del último año me han enseñado que cosas que he dado por sentadas, especialmente relacionadas con mi cuerpo, son realmente milagros que Él me ha dado.
Mi nombre espiritual es Karunavidravad Dasi, que viene del nombre de Radha, ‘om sri karunavidravad deha murtimanyai namaha’, que significa “saludos a Ella, cuyo cuerpo se disuelve en la compasión”. Cada día que pasa, este nombre toma más significado para mí.
Mis pensamientos y juicios sobre mi cuerpo han sido una enorme fuente de sufrimiento para mí. Cuanto más profundizo en ellos, más me doy cuenta de que el sufrimiento es una oportunidad para mirar más en profundidad. Cuanto más aprendo sobre mi cuerpo, más me sorprende la complejidad de su diseño, y las actividades que considero más “normales” solo son “normales” porque así las veo yo.
“Dios ha hecho que el ser humano sea un vehículo precioso. Es muy importante que lo cuidéis. Es muy importante que lo disfrutéis y seáis felices con él, respetándolo, siendo conscientes de que es un templo de Dios. En este templo habita Dios. En este templo Dios puede hacer que la humanidad avance y sea consciente de sí misma. Sin este templo es muy difícil”.
Paramahamsa Vishwananda
Me doy cuenta de que, cuando trato de conseguir algo, hay una rigidez en mí. Por lo general, dejo de percibir cómo estoy respirando y subo a mi cabeza. A menudo, no como porque comer me ralentiza. Estar presente cuando estoy comiendo implica sentir lo que realmente estoy sintiendo y percibir lo que estoy pensando. Es más fácil evitarlo, pero siempre me atrapa.
A menos que uno se haya convertido en un “respirador”, comer es una necesidad universal y es una parte muy íntima y cotidiana de nuestras vidas. La comida influye en nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra relación con la Tierra y nuestras interacciones con los demás. Para mí, se ha convertido en un recordatorio del Amor incondicional de Dios, que me devuelve a una parte de mí suave y abierta que me puede desacelerar, percibir y aceptar.
Cuando soy consciente de que hay algo en mí que no me gusta, puedo sentir esta misma rigidez. Me empeño en cambiar o en ser “mejor”. Me gusta reflexionar sobre el hecho de que Dios diseñó al ser humano para que necesitara comer. No somos máquinas y la vida no es algo para superar.
“No necesitáis forzaros; solo necesitáis hacer las cosas con amor. Solo tenéis que dejar que os atraviese”.
Paramahamsa Vishwananda
Cuando siento la agitación del hambre, puedo sentir la vulnerabilidad de ser humano. Cuando empiezo a comer, siento cómo mis células se relajan, se nutren. Algo se suaviza. Quizás incluso se disuelve. Y tal vez puede ocurrir lo mismo cuando veo algo que quiero cambiar en mí. En lugar de endurecerme contra ello y forzarlo a desaparecer, tal vez pueda ablandarme y aprender de ello. Expandirme. Aceptar. Transformar.
Cada acción puede convertirse en algo nuevo cuando la veo de esta manera. Las cosas que he dado por sentadas: mi cuerpo, mi respiración, comer, mirar a los ojos de otra persona, escuchar de verdad a alguien, realmente percibir lo que está sucediendo, pueden ser una oportunidad para ver al gurú y a Dios.
Lo que puede despertarme inmediatamente es cuando percibo que estoy sufriendo. Puede ser en las cosas que parecen más “pequeñas”, pero estoy aprendiendo a dejar de ver las cosas como grandes o pequeñas.
“No se trata de que el Maestro continuamente vaya tras vosotros y os diga lo que tenéis que hacer y lo que tenéis que cambiar. No. Se trata de autodisciplina. Como, por ejemplo, practicar vuestra sadhana. El gurú ha dicho que hay que hacer la sadhana, así que uno tiene que hacer su sadhana. Uno tiene que aplicar esa disciplina en sí mismo. Si aplicáis esa disciplina en vosotros mismos, veréis como todo fluirá de una manera muy suave. Pero si os presionáis, entonces se vuelve difícil”.
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Lo bonito de reflexionar sobre las cosas cotidianas es ver cómo se pueden crear pequeños hábitos. No se trata de transformar mi vida en un día, sino de sentir poco a poco cuándo estoy en lucha y estar cada vez más presente conmigo misma. Se trata de sentir cuándo me estoy endureciendo o forzando, y decirme: “Oye, ayer hiciste esto y no funcionó. ¿Hay otra manera de abordarlo, tal vez con más amor?”.
Como dijo Guruji: “Analizaos de verdad a vosotros mismos y disfrutad de la presencia del Señor en todo momento. Como dije ayer, no necesitáis señales externas. Lo que Él os ha dado, vuestra vida misma, es un milagro; el propio cambio de vuestra vida es un milagro, de lo que erais antes a como sois ahora. Realmente no necesitáis ninguna otra señal. Observad vuestra propia vida: lo hermosa que es, lo maravillosa que se ha vuelto, lo queridos que sois para Él y haceos esta pregunta: “¿Soy la misma persona que solía ser o soy una persona diferente?”. Esa es una respuesta que tenéis que daros vosotros mismos”.
Lleva tiempo, pero se siente de forma exponencial; no deja de sorprenderme el proceso de aprender de las señales de mi cuerpo y encontrar nuevas formas de responder ante ellas. Ser más consciente de mi relación con la comida, con mi cuerpo, con los demás y con el entorno es un regalo que consiste en verlo todo como si fuera la primera vez.
“Así, poco a poco, seréis capaces de cambiaros a vosotros mismos, de cambiar vuestra mente, y así el Ser podrá revelarse a vosotros. No es un proceso de un mes solamente, sino un proceso diario de toda la vida. Depende de vosotros cambiar ahora. Así, un día, cuando escuchéis vuestra voz interior, escucharéis lo Divino dentro de vosotros”.
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