Sin esperar nada, sin desear ni necesitar ningún sentimiento ni momento especial, ni grandes logros, simplemente hazlo.
Escrito por: Aksharananda
Recientemente, alguien me preguntó qué esperaba que mis estudiantes de Atma Kriya Yoga se llevasen de un curso. Pensé que esta era una gran pregunta. Además de recordar la técnica, si hubiera un objetivo que quisiera que mis estudiantes de Kriya consiguieran, sería simplemente el ‘hacerlo’. Es curioso que el lema de una famosa empresa de ropa sea relevante para nuestro camino espiritual. Pero realmente, yo deseo que mis estudiantes simplemente hagan la práctica, sin esperar nada, sin desear ni necesitar ningún sentimiento especial, ni grandes momentos, ni grandes logros, que simplemente la hagan. La gracia de los Maestros está ligada a la técnica. No necesitamos saber cómo funciona, ni qué es exactamente lo que estamos recibiendo. Las técnicas no son solo técnicas, sino que son el camino y la meta. Hay un intercambio de amor inherente a la bendición de la práctica e inherente a nuestra confianza en los verdaderos Maestros.
Conocí a Paramahamsa Vishwananda en otoño de 2014. Para entonces, ya llevaba un año iniciado Atma Kriya Yoga. A pesar de que, cuando hice el curso, la práctica me resultó extrañamente familiar, no continué practicando. Muy de vez en cuando hacía algo para prepararme mentalmente cuando jugaba con mi equipo deportivo universitario. Pero eso era todo. Solo en contadas ocasiones había vuelto al lugar donde aprendí Atma Kriya Yoga para participar en los OM Chanting. La parte más loca de todo esto vino cuando conocí a Paramahamsa Vishwananda y Él me dijo al final de una breve entrevista: “¡Asegúrate de practicar [mi] Kriya!”.
Hice lo que Él me dijo y me aseguré de practicarlo. No importa las circunstancias o la hora de la noche en que recordaba la práctica, la hacía. Había algo que mantenía mi mente despejada para comprometerme con esa práctica, con esa disciplina. A pesar de que soy una persona perezosa, de alguna manera, mantuve una práctica disciplinada. Por lo general, unos 30 minutos al día, pero aumentó rápidamente a medida que notaba más y más cambios, cuando el amor comenzó a despertar y mi corazón comenzó a sentir nuevamente. Por fin empezaba a sentir algo en mi vida.
Es difícil expresar con palabras cómo ves los cambios en ti, a veces. Pero yo he cambiado. Me tomo las cosas tal como vienen. También me siento más preparado para lo que venga. De alguna manera me siento más cerca de lo Divino. Confío más en Dios. Siento más alegría en mi vida. Tengo una sensación de satisfacción que no tenía antes de esta práctica regular.
Espero que mis alumnos se comprometan a hacerlo. Aunque no entendamos cómo funciona todo, y es posible que no veamos cambios aparentes durante bastante tiempo, ahora siento con mucha fuerza que simplemente tenemos que hacerlo. Debemos seguir avanzando y, a veces, ir más allá de nuestra mente cuando esta dice que ya es suficiente. Haced una ronda más de lo que haríais normalmente. Haced lo máximo, no lo mínimo. Probad, simplemente hacedlo y comprobad vosotros mismos qué clase de cambio sucede cuando practicáis y dejáis de lado las expectativas. Es increíble ver en qué personas nos convertimos cuando practicamos y nos comprometemos con nuestro crecimiento espiritual.